lunes, 1 de abril de 2019

Muere el escritor Rafael Sánchez Ferlosio

El novelista, ensayista, gramático y lingüista español, Premio Cervantes en 2004 y autor de El Jarama, ha fallecido en Madrid a los 91 años. Siempre destacó por la independencia más feroz ante cualquier corriente política o social y cualquier atisbo de pensamiento dogmático.


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Tenía fama de árido, complejo y abrupto, pero lo que en realidad caracterizó la vida y la literatura de Rafael Sánchez Ferlosio, pues en él eran aspectos indisolubles, fue la independencia más feroz ante cualquier corriente política o social y cualquier atisbo de pensamiento dogmático. Considerado por muchos como el mejor prosista español del siglo XX, el escritor ha muerto hoy en Madrid a los 91 años, según ha confirmado su editorial, Debate. Novelista, ensayista, gramático y lingüista, perteneciente a la denominada generación de los años 50 obtuvo el Premio Cervantes en 2004 y el Premio Nacional de las Letras Españolas en 2009. Debe su fama principalmente a sus novelas de juventud El Jarama (1955) e Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951), y en las últimas décadas a su copiosa y erudita obra ensayística.

Vivió sus primeros años en Roma, donde nació en 1927, al ser su padre, el periodista y también escritor Rafael Sánchez Mazas, corresponsal de ABC en la capital italiana. "Mi padre era algo pesado, porque hablaba mucho. Pero era muy simpático, mucho, y esa simpatía hacía que le perdonaras todo. Conmigo tenía una gran complicidad literaria", recordaba el escritor en una entrevista con Ignacio Echevarría para El Cultural.

De vuelta a España se educó en los jesuitas del colegio de San José de Villafranca de los Barros (Badajoz) e inició estudios preparatorios para ingresar en la Escuela de Arquitectura, estudios que abandonó para cursar filología y semiótica en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, donde se doctoró en Filosofía y Letras, a pesar de que, como confesaba, no era un lector especialmente voraz. "Me estorbaba lo negro. Antes de los veinte años, yo había leído poco más que a Salgari (en italiano) y a la Baronesa Orkzy, entonces muy de moda. Julio Verne más bien me cansaba", reconocía. "He sido un lector tardío, y nunca he dejado de ser un vago. A la Universidad iba sin cartera, con las manos en los bolsillos. En realidad, yo he leído muy poco. Poquísimo".

En esos años universitarios entró en contacto con un grupo de jóvenes escritores que moverían los hilos de la literatura española del medio siglo. Con Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos y Carmen Martín Gaite (con quien se casaría en el año 1954), entre otros, conformaría una generación, unida por la amistad y por una actitud politizada, que pasaría a la historia como la Generación del 50 o Generación de los Niños de la Guerra.

De esa época son sus obras más conocidas, que absorben dos de las tres etapas de su obra que marcó el propio escritor: una de afición por la prosa literaria, que se ve bien reflejada en Industrias y Andanzas de Alfanhuí (1951); una de exploración narrativa, que dio lugar a El Jarama (1955); y otra, la última y más extensa, de inmersión en el estudio de la gramática.


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