domingo, 14 de abril de 2019

CÓMO ERAN LAS LIBRERÍAS DE LA ESPAÑA DE HACE 150 AÑOS

Posted by Raquel C. Pico  In DestacadoLibrerías No comments

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A día de hoy puede que tengamos una imagen más o menos clara de lo que nos esperamos de una librería y lo que consideramos mínimo para tener una buena experiencia. Una librería tiene que ser un lugar en el que los libros están plenamente accesibles, en el que es fácil encontrar títulos y en el que podemos pasar tiempo viendo las novedades y qué hay antes de decidirnos por qué comprar. Sin embargo, no siempre fue así. 
Las librerías del pasado en España eran bastante diferentes a lo que hoy asumimos como librería. Como negocio – y como ocurriría con las tiendas que vendían otras muchas cosas – las librerías evolucionaron y se adaptaron al cambio de los tiempos. Las tiendas se hicieron mucho más visuales a lo largo del siglo XIX y se fueron adentrando en lo que hoy vemos como habitual (la idea de poder ver y tocar las cosas que queremos comprar, de vagar por la tienda). En España, la primera librería que encaja en esa idea y que se considera la primera librería moderna, es La Casa del Libro, que abrió en 1923 siguiendo todos esos principios e ideas que hoy damos por sentados cuando pensamos en una librería (la mesa de novedades, las secciones, poder cotillear los libros). 
Como explican en Los felices años veinte: España, crisis y modernidad, editado por Carlos Serrano y Serge Salaün y publicado por Marcial Pons, el entonces gigante editorial Calpe destinó algo más de tres millones y medio de dólares a construir un edificio en la Gran Vía de Madrid, destinado ya a ser una “gran librería” como sus dueños apuntaban en las entrevistas que entonces publicaban los medios. El Palacio del Libro (su primer nombre) dejaba a sus consumidores vagar por el espacio y sacar de las estanterías los libros que les interesaban. Hasta ese momento, lo habitual era que los libros se vendiesen en mostrador y que hubiese que pedir al dependiente lo que se quería.  Las librerías, explicaban en el capítulo destinado al tema en este ensayo, solían ser espacios más bien oscuros. 
En Historia de la edición en España 1868-1936, publicado también por Marcial Pons y editado en este caso por Jesús A. Martínez Martín, las librerías también tienen un capítulo propio. Y, leyéndolo, se puede llegar a la conclusión de que, aunque La Casa del Libro había sido una pionera en vender libros del modo que ya se estaba haciendo en otras grandes ciudades europeas, los años precedentes también habían sido años interesantes en cambios en cómo se vendían los libros y en la modernización de la librería y en su asentamiento como negocio exento y propio. 
Para acceder a los libros a lo largo del siglo XIX, había no pocos canales menos “oficiales”, como puestos de libros, venta ambulante (en Madrid en 1872 había el doble de puntos ambulantes de venta de libros que librerías) o distribución en quioscos (un elemento, por cierto, que sería clave en la distribución de la literatura popular de principios del siglo XX), pero también librerías. A finales del XIX, como recogen el capítulo sobre las librerías de esta historia de la edición (escrito por Jean-François Botrel), Rubén Darío escribía sobre la “indigencia de las librerías de Madrid”. A los libreros los tachaba de “analfabetos que viven de la literatura”.

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