domingo, 30 de septiembre de 2012

Sólo lo efímero, es duradero

Viendo la última cinta del genial Woody Allen, que por cierto me ha dejado un poco fría, he aprendido que sólo lo efímero es duradero.
Es un tema que azota a Europa, en que en el mismo dia se nos idólatra, como se nos pulveriza.
El gran Benigni nos muestra cual poderosos nos creemos, por el simple hecho de "salir en la foto", sin haber hecho nada para merecerlo. Ni siquiera nosotros sabemos el porque y sin embargo, continuamos con esa pantomima.
Creo que deberíamos reflexionar al respecto. Alguien dijo, "las personas no somos importantes, importantes deben ser las cosas que hacemos por el resto de la humanidad". No se quien fue, pero yo me lo repito a diario.
Quizá, mientras nos lo planteamos, podamos hacer algo de provecho.......y dejemos de contemplarnos en el espejito mágico.....


Eva García Romo

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Certámenes Octubre 2012



Otoño

Siempre viene al finalizar septiembre y aunque trae un poco de aire fresco, después de tanto estío, nos pilla de sorpresa. Los días, cada vez menos generosos, hacen que las horas corran más de la cuenta y se haga pronto de noche.
Atrás quedan esas largas jornadas, en las que sólo diversión y ruido acompañan. Por fin el silencio, la rutina y sobre todo el orden, nos visitan de nuevo.
Otoño, puede ser sinónimo de tristeza, de nostalgia o de todo junto. Pero también de recogimiento, de hacer balance y nuevos propósitos. Y lo más importante, otoño es inspiración. Quizá, cuando pisemos las primeras hojas, ese ruido nos traslade a esos parajes donde otra pluma describa el verano, lejos de este hemisferio, o simplemente se sienta opuesta a nuestro estado de ánimo.
De cualquier forma, bienvenido seas aire de otoño , llénanos de energía que necesitamos purifique nuestros pensamientos, conduciéndolos al entendimiento y al sosiego. ¡Qué falta hace!


Eva García Romo

sábado, 22 de septiembre de 2012

El Reloj Desmayado



Todos los días llega tarde. Contempla su reloj de esfera blanca y corona dorada. Pide disculpas tímidamente, a la vez que lo pone en hora, y explica teorías sobre el tiempo.
Pero hoy ha llegado antes que nosotros. Nos sorprende como observa la cadena leontina, de la que ya no se columpia el reloj. El no está. Le ha dejado. Ya nada le sale bien.
Desde que el reloj partió, su vida no anda.

Éste, en cambio es feliz. Libre, lejos de ese bolsillo raído y oscuro. Se desmayó en los escalones que trataron de acogerle, para que no estuviera tan desvaído. Monsieur Rousseau lo contempla perplejo y recoge, cuidadosamente. Antes, comprueba que funciona y le acaricia la cara, con un pañuelo de seda blanco. El reloj observa a su alrededor estupefacto, a la vez que agradece sentir un tacto tan delicado, que le hace entrar en calor. - ¡Maldito mármol, siempre helado!- Ahora recuerda el tiempo que estuvo tirado en el suelo y trataba de incorporarse, sin éxito. Casi le dieron ganas de abrazarle, con sus negras y finas manecillas. Nunca antes, le habían tratado así.
Monsieur Rousseau se hubiera quedado con él, al ver como le miraba; De no ser porque descubrió en el reverso de la esfera, unas iniciales: EG (Edilberto González).

Pero ya no es suyo. El reloj apunta con sus manecillas a Monsieur Rousseau, implorando que le acoja. Edilberto consigue finalmente separarles y lo ajusta fuertemente a la cadena, de la que nunca debió separarse.
Se oye un gemido de la corona, mientras éste le aprieta contra la anilla, condenándole de nuevo a su dueño.

Al día siguiente, la maquinaria volvió a funcionar. Pero el reloj se paró y nunca volvió a palpitar. Ni siquiera acariciar la corona, consiguió motivarle y devolverle la vida. Las manecillas inertes, caían fulminadas a ambos lados de su cara, envueltas en lágrimas que flotaban en la esfera. Los números gigantes,  prácticamente se habían borrado. Nunca más fue suyo. El y su espíritu se quedaron congelados con Monsieur Rousseau.

Eva García Romo

lunes, 17 de septiembre de 2012

¿Volver?

¿A qué? ¿A dónde? ¿Por qué? ¿Con quién?¿Para qué?
Conducía en silencio, dejando tras de si una estela de paz y sosiego que había olvidado existían.
Ese verano, sus amigos habían decido viajar a Cancún, a uno de esos hoteles burbuja, de donde no sales en dos semanas, hasta que regresas al aeropuerto. Decían que querían conocer el país.....pero el no tenia dinero. Mintió.
Juan había tenido un mal año. Su padre, al que adoraba, falleció y le dejo como herencia, una madre
egoísta, que le hacia la vida imposible. A los seis meses, le comunicaron donde trabajaba, que no volviese mañana y al enterarse su novia, que le quería por si mismo, le dejó.
Caminó  durante horas sin destino, hasta que una voz conocida le detuvo.
Estaba igual, pero con sotana. ¿Pero tu no querías ser ejecutivo? ¿O era broker? Aguantó durante cinco minutos, mis preguntas incesantes, sin dejar de sonreír. Dejo que mi impaciencia se agotara, a tenor de la la curiosidad y finalmente, me explico que había sido todo eso. Ejecutivo de prestigio, broker adinerado e infeliz. Era el hombre mas desgraciado. Ni siquiera se había preocupado de formar una familia. Deshojaba mujeres, como margaritas.
Se hizo cura, tarde pero seguro. Ahora, rodeado de sus frailes y todo aquel, que estuviera perdido, vivía lejos en un lugar de montaña, que no venia ni en los mapas.
Sus dotes organizativas, le sirvieron para hacer de ese lugar abandonado, practicable.
Luis le invito a visitarlo, ofreciéndole su vieja tartana para llevarle. Atrás quedaron sus coches con conductor. Estas el tiempo que quieras, le ofreció y si te aburres, o no encuentras lo que buscas, te vuelves. Hay un pueblo a un km, donde puedes saciar el ansia de "tu realidad", alquilar un coche y volverte, cuando quieras.
No me lo pensé. Corrí a casa para coger lo necesario y partir, sin mas. No aviso, ni a su madre......que todavía, no se lo ha perdonado. Se quedó dos semanas, y volvió porque aseguraba, que se le acababan las vacaciones.
Y cuando conducía  en silencio, dejando tras de si una estela de paz y sosiego que había olvidado, frené.
¿A qué? ¿A dónde? ¿Por qué? ¿Con quién?¿Para qué? No tenia respuestas. Solo "mi realidad", que odiaba. Cuando me quise dar cuenta, estaba de vuelta.
Luis, me esperaba sin sorpresa en la puerta. ¡Vamos, llegas tarde y los curas cenamos temprano!


Eva Garcia Romo