viernes, 11 de octubre de 2013

"Los Miércoles" por Eva García Romo.

Al ver como se alejaba, Tristán decidió escribir a Pepa. Quería contarle todo lo que pasó esa noche, cuando volvió a . Quería explicarle, quién y cómo mató a sus hijos. Y sobre todo, por qué.
Entre barrotes, trataba de justificar a Pepa y día tras día, se martirizaba: .- "Quizá fue lo mejor para ellos. Pepa no era una buena madre...trabajaba demasiado y nunca tenía tiempo para sí misma. Por eso decidió volver sola, ignorando que al llegar, encontraría a los niños muertos"-.

Atormentado, empezó a redactar con torpeza. Le costaba. ¡Hacía tanto tiempo que no lo hacía...!
- "Querida....(mejor sin querida) Pepa: Nunca te contaré en esa incómoda cabina y a través de un cristal....pero pronto lo comprenderás. Iremos a todas partes, será como empezar de nuevo. Quizá me perdonen ya sabes, por mi arrepentimiento. Pepa tranquila, si no llega, tengo otro plan para nosotros. No puedo contar más. ¡Hasta el miércoles!. Te quiere, tu esposo. Tristán"-.

Sonó la sirena a las 6 y cuando Pepa se separó de él, pensó que no habría más semanas próximas. De vuelta a casa dubitativa, meditaba: - "Y si fuera la última vez que...y si no le encierran por loco....y si llegara el indulto...."-.
Pepa no durmió, pensando que tendría que hablar con Tristán de esa carta, la próxima vez que se vieran y la leyó varias veces, pero no se le ocurrió nada que decir. De lo que realmente quería hablar, era de lo que no podía poner escrito. Pero cuando volvió a verlo, él actuó como si no le hubiera enviado ninguna carta.

De nuevo, detrás del cristal, Pepa le hablo de futuro, intentando sonsacarle sus intenciones ante la temida liberación. Tristán la miraba apenado, mientras cavilaba:
- "Pepa nunca reconocerá que me obligó a matar a nuestros hijos, porque no los aguantaba. Que me eché yo la culpa de todos los crímenes, mientras espera arrepentida en casa"-.
Sin quitar la vista del reloj, deseó que dieran las 6 y le preguntó.- "¿Tristán, tienes algo que decirme antes de partir?"-.
"Si, .- dijo Tristán sonriendo-. Y le agradeció el pastel, que le traía cada semana y devoraba más tarde en su celda.

Cuando Pepa llegó a casa, recibió la llamada de su abogado. El indulto era un hecho. Tristán sería liberado en breve.
Colgó el auricular y susurró aliviada: .-¡"Menos mal que no he dejado de ir hoy, no había tiempo".- Falta de sueño, se derrumbó en el sofá.
La llegada de un telegrama la despertó y leerlo, la hizo feliz. Tristán había muerto dos horas después que ella abandonara la prisión. La causa de la muerte fue indigestión. El compañero de celda aseguró a los guardias, que Tristán Castro se relamía feliz con el pastel de carne, hasta que se desvaneció.

Pepa, sin dejar de sonreír, dobló el papel con cuidado, lo besó y guardó en la cómoda.
Por primera vez en mucho tiempo, exclamó con júbilo: .-"¡Este miércoles, haré otras cosas!"-.
                                                                                         


                   























No hay comentarios:

Publicar un comentario