lunes, 17 de septiembre de 2012

¿Volver?

¿A qué? ¿A dónde? ¿Por qué? ¿Con quién?¿Para qué?
Conducía en silencio, dejando tras de si una estela de paz y sosiego que había olvidado existían.
Ese verano, sus amigos habían decido viajar a Cancún, a uno de esos hoteles burbuja, de donde no sales en dos semanas, hasta que regresas al aeropuerto. Decían que querían conocer el país.....pero el no tenia dinero. Mintió.
Juan había tenido un mal año. Su padre, al que adoraba, falleció y le dejo como herencia, una madre
egoísta, que le hacia la vida imposible. A los seis meses, le comunicaron donde trabajaba, que no volviese mañana y al enterarse su novia, que le quería por si mismo, le dejó.
Caminó  durante horas sin destino, hasta que una voz conocida le detuvo.
Estaba igual, pero con sotana. ¿Pero tu no querías ser ejecutivo? ¿O era broker? Aguantó durante cinco minutos, mis preguntas incesantes, sin dejar de sonreír. Dejo que mi impaciencia se agotara, a tenor de la la curiosidad y finalmente, me explico que había sido todo eso. Ejecutivo de prestigio, broker adinerado e infeliz. Era el hombre mas desgraciado. Ni siquiera se había preocupado de formar una familia. Deshojaba mujeres, como margaritas.
Se hizo cura, tarde pero seguro. Ahora, rodeado de sus frailes y todo aquel, que estuviera perdido, vivía lejos en un lugar de montaña, que no venia ni en los mapas.
Sus dotes organizativas, le sirvieron para hacer de ese lugar abandonado, practicable.
Luis le invito a visitarlo, ofreciéndole su vieja tartana para llevarle. Atrás quedaron sus coches con conductor. Estas el tiempo que quieras, le ofreció y si te aburres, o no encuentras lo que buscas, te vuelves. Hay un pueblo a un km, donde puedes saciar el ansia de "tu realidad", alquilar un coche y volverte, cuando quieras.
No me lo pensé. Corrí a casa para coger lo necesario y partir, sin mas. No aviso, ni a su madre......que todavía, no se lo ha perdonado. Se quedó dos semanas, y volvió porque aseguraba, que se le acababan las vacaciones.
Y cuando conducía  en silencio, dejando tras de si una estela de paz y sosiego que había olvidado, frené.
¿A qué? ¿A dónde? ¿Por qué? ¿Con quién?¿Para qué? No tenia respuestas. Solo "mi realidad", que odiaba. Cuando me quise dar cuenta, estaba de vuelta.
Luis, me esperaba sin sorpresa en la puerta. ¡Vamos, llegas tarde y los curas cenamos temprano!


Eva Garcia Romo




                                                                                                                                                                                                                 


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