Para todos aquellos, que como yo, encontramos en la escritura un paraíso por descubrir. Donde ahondar en nuestra alma y transmitir belleza a nuestro alrededor.
No la veía desde que se marchó a Nueva York para doctorarse. Con ella se llevó sus cosas y mi felicidad.
Hacia calor en la sala del Artes Decorativas y salí a fumar, ya ni siquiera nos dejan en la cafetería del Museo. Y allí estaba, delante de “La Ventana”, diseño de un grafista español en auge. La obra ocupa un lugar privilegiado en la exposición, pero al lado de ella, parecía mediocre.
Avancé asustado, observándola en detalle … siempre tan hermosa… De repente, algo me desconcertó, rompiendo la “estética del grabado”. Brillaba sobre el suelo, parecía rosa fucsia. Sí, lo era. ¡Cómo le gustaban!. Tenía de todos los colores; En especial los primarios complementarios. Siempre profesional. Yo se los traía, a la vuelta de cada exposición. Soñaba con regresar y extenderlos por sus manos, llenas de dedos insinuantes.
Entonces me agaché y mirándola le dije: “Hace un año perdí la felicidad, de la misma manera que tú acabas de perder este guante”.
Ella, me sonrió diciéndome: “Gracias, no es mío. Afortunadamente, encontré el mejor diseñador que me enseñó a crear arte, con mis dedos desnudos y sin retoques”.
La perdí como un guante
ResponderEliminarNo la veía desde que se marchó a Nueva York para doctorarse. Con ella se llevó sus cosas y mi felicidad.
Hacia calor en la sala del Artes Decorativas y salí a fumar, ya ni siquiera nos dejan en la cafetería del Museo. Y allí estaba, delante de “La Ventana”, diseño de un grafista español en auge. La obra ocupa un lugar privilegiado en la exposición, pero al lado de ella, parecía mediocre.
Avancé asustado, observándola en detalle … siempre tan hermosa… De repente, algo me desconcertó, rompiendo la “estética del grabado”. Brillaba sobre el suelo, parecía rosa fucsia. Sí, lo era. ¡Cómo le gustaban!. Tenía de todos los colores; En especial los primarios complementarios. Siempre profesional. Yo se los traía, a la vuelta de cada exposición. Soñaba con regresar y extenderlos por sus manos, llenas de dedos insinuantes.
Entonces me agaché y mirándola le dije: “Hace un año perdí la felicidad, de la misma manera que tú acabas de perder este guante”.
Ella, me sonrió diciéndome: “Gracias, no es mío. Afortunadamente, encontré el mejor diseñador que me enseñó a crear arte, con mis dedos desnudos y sin retoques”.
Eva García Romo
Madrid, 10 de enero de 2012
Enamorad@s hagan sus aportaciones literarias, para hacer a San Valentín, dichoso!
ResponderEliminar