Ellos, también van al gimnasio
Eva García Romo - 20/01/2012
Al anochecer, cuando ya no queda nadie en las salas, el personal de mantenimiento limpia y desinfecta todo, para que al día siguiente lo encontremos perfecto; A partir de ese momento, "el material" va al gimnasio.
Tienen su horario de entrenamiento, y al finalizar el nuestro, ellos se disponen a calentar.
Las mancuernas, que gozan de poca salud, se quejan del poco cuidado con el que las tratamos, al hacer nuestros ejercicios de repetición. Los balones, del peso sobrehumano que soportan, cuando nos estiramos sobre ellos, sin pensar.
¡Y no digamos, las pobres colchonetas! Siempre tiradas por el suelo, llenas de polvo, que las hace toser continuamente.
Barras y soportes, cada vez más doblados por el peso de la edad, mascullan en silencio, al utilizarlos cual Lazarillo, sin piedad.
No oímos sus sollozos, solo Germán. Al terminar su ronda, cierra cada sala sin antes comprobar, que no queda nadie dentro. ¡Menudo ojo hay que tener! - se queja -. Mas de uno se toma demasiado "a pecho", las instrucciones de su doctor, que le ha "ordenado" hacer deporte. Me cuentan que han cogido peso y los kilos, no son buenos. Solo ocasionan trastornos de salud- . Palabritas mágicas: Dieta y ejercicio, condición sin ecuánime, para gozar de bienestar.
Todos nos ocupamos de ello actualmente pero, - ¿quien lo hace de estos "objetos inanimados" que cada día, nos dan "su vida", para tratar de mejorar la calidad de la nuestra? -.
Quizá si pensásemos al respecto, les cuidaríamos como Germán. El entrena cada noche con ellos, antes de volver a casa. Asegura que tiene tarifa plana.
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