domingo, 3 de marzo de 2013

Los Fantasmas de Henry James








A Henry James se le reconoce la capacidad de haberse convertido en el puente con la novela decimonónica a través de sus encantadoras novelas refinadas, cosmopolitas y apasionadas. Pero debo confesar que me atrae más su vena espectral y fantástica, porque la maneja de una forma diferente a la acostumbrada, con un brillante y rebuscado lenguaje producto de su forma de escribir al dictado. En esta obra descolla con claridad una historia que pasa por ser el mejor relato de fantasmas, se trata de Otra vuelta de tuerca; pero a su lado emergen otras narraciones soberbias como El alquiler del fantasma, Sir Edmund Orne, Maud-Evelyn, La esquina alegre o Los amigos de los amigos -se necesita con urgencia una edición en castellano que compile todos sus relatos sobrenaturales, pues se encuentran dispersos o en el mejor de los casos en ediciones ya descatalogadas-.
Sin embargo los fantasmas de Henry James a veces no son tales, porque sólo existen en la medida en que nosotros creemos; "Para que un caso empiece a maravillarme, tengo que empezar a creer...para empezar a darlo a conocer (es decir, ocuparme de él) tengo que empezar a aceptarlo, y para disfrutar de ese beneficio tengo que empezar a ver, oír y sentir" nos dice el escritor. Henry James consigue dar credibilidad a sus fantasmas a través de la experiencia de un observador que es nuestra visión de la historia y así el relato se convierte en "nuestra emoción, nuestra distracción, nuestro estremecimiento y nuestra incertidumbre". De hecho, en muchos de sus relatos es dudoso que existan fantasmas, porque James juega con esa ambivalencia, mezclando datos y hechos objetivos con brumosos e inciertos acontecimientos y así una historia aparentemente sencilla comoOtra vuelta de tuerca ha generado centenares de teorías y artículos sobre la certeza de la existencia de fantasmas o no, sobre si éstos son simples delirios neuróticos de una reprimida institutriz o verdaderos seres visibles para quien los acepta; en definitiva una obra maestra que invita a la reflexión. En Sir Edmund Orne, el fantasma es visto por tres personas en momentos exactos y la cuestión es saber quién y porqué lo ven. Maud-Evelyn no tiene ni siquiera fantasma, pero las personas actúan como si la maravilla sobrenatural se hubiera producido. En La esquina alegre, un cuento que retiene datos autobiográficos, pues habla de la historia de un neoyorquino que retorna a la que era su casa tras muchos años de estancia en Europa, se nos presenta uno de los fantasmas más difíciles, ya que el protagonista se pretende buscar a sí mismo en la mansión, o lo que es lo mismo a aquel que hubiera sido de haberse quedado en la ciudad. Auténtico tour de force llevado soberbiamente por James.
Los fantasmas de Henry James son tremendamente absorbentes para aquel que quiere creer. Ese es el reto que nos propone el autor y su lectura es la invitación que yo os hago.

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