domingo, 6 de octubre de 2019
LA BALLENA TRAGONA
Cada mañana, sin que el sol salga, acude a esa playa. A la suya, esa donde es él mismo, sin necesidad de compartir con nadie. Al principio quiso convencerme para que le acompañará, pensando que estaba celosa. No era así.¡Quién podría tener celos de una ballena!. Jonas adoraba zambullirse con ella en las olas, como cuando era un niño. Se dejaba recoger por su cola como un cucharón, lanzándole muy alto para estrellarse contra la espuma.Desde que nos casamos y decidimos quedarnos, no hay día que no me levanté al alba para observarles.
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