Si la añorada librería de Jo ('Mujercitas') fuese real, estaría en la calle Pelayo de Madrid. Aquí encontrarás más de una referencia al libro de Louisa May Alcott.
"Amapolas en octubre es un hogar. Deseaba crear un sitio a pie de calle en el que, al entrar, te encontraras como en casa. Que el alma o el corazón fuera la librería, pero que en el fondo fuese un lugar en el que estar a gusto y en el que detenerse un momento de toda esta rapidez con la que vivimos. Un sitio mágico. De alguna manera, trasladar esa magia que parece que está sólo en las novelas al mundo real", comenta a Traveler.es.
Porque la librería de ensueño que Laura inauguró el pasado 11 de enero, el día de su cumpleaños, siempre estuvo es su cabeza tal y como puedes verla hoy: primero la recreó de manera ficticia en su tercera novela Amapolas en octubre, de la que toma su nombre, y después le dio forma en este luminoso local en que puedes acompañar la lectura con una copa de vino o un café, aunque no sea una cafetería al uso.
A modo de salón, uno de los rincones de lectura de la librería Amapolas en octubre.
EL ORIGEN
La idea original de la librera era llamar al espacio como lo hace en la novela, es decir la Librería de Jo –de hecho le ha dedicado uno de los rincones de lectura al conocido personaje de Mujercitas–, pero ese afán tan español por estrangular el sonido de la J contra el paladar iba a dificultar la comprensión de su significado, así que optó por tomar prestado el título de su tercer libro: Amapolas en octubre. En el resto fue fiel a su idea primigenia.
"Hace seis meses decidí sacar la Librería de Jo de la ficción y convertirla en realidad. Cuando la estaba montando mucha gente quería aconsejarme –tengo muchos amigos interioristas y decoradores–, pero yo lo tenía tan claro... Hasta el más mínimo detalle de la librería es invención mía. El techo y las cortinas azules como el cielo, los mensajes de las paredes, los personajes que están en los cuadros… Todo estaba así en mi cabeza", me cuenta Laura.
Un espacio idílico que atrae a un tipo de cliente "muy yo, muy Laura", tal y como que explica la escritora: "Atraigo a los lectores o a las personas que pasan por la calle y ven un local así y deciden entrar porque a ellos les llama la atención lo mismo que a mí. Se crea entonces una conexión muy especial".
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